Un momento clave y… diferente
El movimiento de protesta actual en Irán parece ser el resultado de la negativa del régimen iraní a considerar las transformaciones sociales que el país ha experimentado desde 1979. Estas transformaciones podrían conducir a diferentes resultados: La continuación del statu quo, el surgimiento de un gobierno militar o, a más largo plazo, el establecimiento de un nuevo régimen político laico.
El movimiento revolucionario del otoño de 2022 es tanto un indicador del descontento iraní subyacente desde 1979 como la síntesis de movimientos anteriores (protestas por la igualdad de género, derechos de las minorías, liberalización política y mejoras en las condiciones socioeconómicas). Por su dimensión revolucionaria, el movimiento actual puede compararse, hasta cierto punto, con la situación iraní de 1977-1978. De hecho, en ese entonces, el concepto de revolución era una cuestión de “pensar lo impensable”. En otras palabras, solo cuatro meses antes de la partida del sha, los diplomáticos occidentales comenzaron a pensar seriamente en la posibilidad de la caída del régimen de Pahlavi. Esta incapacidad de los observadores de la época para anticipar la caída de la monarquía iraní puede explicarse por tres errores de análisis occidentales durante la primera mitad de 1978.
Primero, los servicios de inteligencia de EE. UU. sobreestimaron la fuerza de los aparatos de seguridad del estado del sha que enfrentaron el levantamiento popular iraní. Esto es lo mismo hoy, con la fuerza de la “República Islámica” exagerada, pero hay una diferencia notable con el pasado: el sha no ordenó una represión masiva contra los manifestantes en 1978, ni fue receptivo a la formación de un junta militar en Irán. Sin embargo, en 2022, la orden de matar a los manifestantes fue dada por las máximas autoridades estatales iraníes y fue ejecutada por los distintos aparatos de seguridad del país.
Dado el contexto mencionado, surge una pregunta importante: si las manifestaciones se prolongan más, ¿los miembros de las fuerzas de seguridad iraníes seguirán aceptando ciegamente la orden de matar a los manifestantes o la desafiarán? En general, el enfoque de seguridad del estado iraní es tanto una fortaleza como una debilidad para su élite político-religiosa. Una fortaleza porque es un medio para garantizar la supervivencia del sistema político y una debilidad porque los costos políticos y económicos de la represión alimentarán aún más el descontento popular y los levantamientos contra el statu quo político-económico.
En segundo lugar, los observadores no pudieron identificar ningún otro movimiento de oposición o líder político para lograr un cambio de régimen. Antes de 1979, el ayatolá Jomeini era considerado por algunos académicos occidentales como un Gandhi iraní y la mayoría esperaba que participara en actividades religiosas y espirituales en las ciudades religiosas de Qom y Najaf, y que no se involucrara en la política diaria del nuevo revolucionario. régimen después de la caída del sha. En 2022, los observadores occidentales tienen la misma dificultad para identificar alternativas políticas al régimen actual.
El discurso dominante se centra en la ausencia de alternativas entre las fuerzas políticas iraníes asentadas en Irán, resultado de la eliminación de cualquier fuerza de oposición dentro del país por parte del régimen jomeinista entre 1979 y 1982. El papel político de la diáspora iraní es importante, ya que las fuerzas políticas iraníes con sede fuera del país pueden aprovechar los espacios políticos y mediáticos abiertos de Occidente para proyectar otra narrativa sobre las protestas actuales.
Sin embargo, la diáspora también se enfrenta a una gran desventaja, ya que las mismas fuerzas tienen dificultades para desempeñar un papel más importante en el liderazgo y la dirección de las protestas actuales, además de ser la cara externa de las manifestaciones. No obstante, este papel de ser una voz de los manifestantes es decisivo y las autoridades iraníes han decidido intensificar sus ataques contra los medios de comunicación en idioma persa con sede fuera de Irán. La Voz de América, BBC Persian y el canal Iran International, con sede en Londres, han experimentado recientemente hostigamiento e intimidación por parte del régimen iraní.
Finalmente, la caída del shah fue anunciada en varias ocasiones entre 1953 y 1978. Lo mismo puede decirse del régimen actual: La caída del régimen jomeinista ha sido anunciada muchas veces desde 1982. Existe, por tanto, un escepticismo generalizado con respecto a la cuestión del “principio del fin” de los regímenes políticos. El régimen iraní se basa en hacer comparaciones con los resultados de las revoluciones de Siria y Libia de 2011 para crear miedo y generar incertidumbre sobre la posibilidad de un estado iraní posterior a la República Islámica.
Lo que hoy no tiene precedentes es el surgimiento en Occidente de un debate público sobre el cambio de régimen en Irán, particularmente sobre si habrá una transición a un estado militar o secular. La existencia misma de este debate muestra la novedad de las protestas actuales; sin embargo, es demasiado pronto para decir qué escenario prevalecerá en el futuro. A corto plazo, el resultado más probable es que se mantenga el statu quo político-económico.