Líbano y la UE: Altas y serias expectativas.
El Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, estuvo en Beirut durante el fin de semana. Llevaba un mensaje claro y firme a los políticos corruptos del Líbano: formen un gobierno y realicen reformas o afronten las consecuencias.
Se suponía que la visita mostraría la solidaridad de la UE con el pueblo del Líbano. También fue un llamamiento a los políticos del Líbano para que asumieran la responsabilidad de la crisis autoinfligida. La UE está dispuesta a ayudar, pero también está dispuesta a tomar medidas si los líderes actuales no llevan a cabo las reformas necesarias. Sin embargo, es probable que las amenazas de la UE caigan en oídos sordos. Por lo tanto, el bloque ya debería pensar en los próximos pasos a seguir, que serán bastante desafiantes.
La importancia de esta visita de alto nivel es que es una señal de que Europa no permitirá que el Líbano se estrelle. Un accidente podría provocar otra ola de refugiados en las costas de la UE, algo que el viejo continente no puede permitirse. Por otro lado, Europa ya no comprará la aquiescencia de los políticos libaneses ni subvencionará la corrupción con el dinero de los contribuyentes europeos. La experiencia también muestra que presionar a los dictadores para que renuncien al poder es una tarea muy difícil. Y son incapaces de llevar a cabo reformas, ya que se incriminarían a sí mismos. Por tanto, la UE tiene la difícil tarea de inducir reformas en el Líbano.
La UE es amiga del Líbano y los amigos dan consejos. Sin embargo, en este país gobernado por una mafia política, el único interlocutor legítimo y creíble es el ejército libanés. Borrell se reunió con el comandante del ejército Joseph Aoun, ya que la cohesión de los militares es la médula espinal que puede evitar que el país se desmorone. La comunidad internacional tiene al ejército como respaldo. Puede canalizar ayudas a través de la Dirección de Cooperación Civil-Militar.
La reunión de Borrell con Aoun se produjo después de que se celebrara el jueves una conferencia virtual apoyada por la ONU en ayuda del ejército. Varios países se comprometieron a ayudarlo a manejar la difícil situación que atraviesa. Los medios libaneses describieron el evento como una conferencia para aislar a la élite política corrupta. El ejército está ganando cada vez más relevancia en la comunidad internacional. El presidente francés, Emmanuel Macron, también recibió a Aoun el mes pasado, durante la visita de este último a París, lo cual fue inusual ya que el presidente normalmente solo se reúne con jefes de estado, no con el comandante del ejército de un país.
Mientras tanto, la clase política libanesa está hablando de labios para afuera con Borrell y los de su calaña y confía en las próximas elecciones parlamentarias. Los líderes están apostando por la pobreza del pueblo, lo que significa que podrán comprar los votos necesarios para renovar su legitimidad y luego dirigirse a la comunidad internacional como el representante “legítimo” del “pueblo libanés”.
Las protestas populares “hirak” han perdido su fuerza, y la gente está ocupada tratando de satisfacer sus necesidades diarias. Además, los diferentes grupos no están organizados, a diferencia de la élite política actual, y no tienen la maquinaria electoral ni los fondos para hacer un gran avance en las próximas elecciones.
Por lo tanto, la UE debería presionar para inducir el cambio y no depender únicamente de la voluntad del pueblo libanés de forzar el cambio en las próximas elecciones, siempre que sean libres y justas, lo que no es un hecho en el Líbano. Aunque apoyar al ejército es un paso necesario para retrasar el colapso del país, no es suficiente. Se necesitan reformas.
¿Qué puede impulsar la UE? El primer paso es presionar al gobierno libanés para que elimine los subsidios, ya que los precios reducidos están siendo subsidiados por los depósitos de la gente. Y los bienes subsidiados están beneficiando a los políticos y al régimen de Assad en Siria, ya que están siendo sacados de contrabando fuera del país a expensas del ciudadano libanés promedio. Francia ya abrió una investigación sobre el jefe del banco central, Riad Salameh, y esto debería usarse para evitar que ceda ante los políticos y otorgue préstamos al gobierno para financiar subsidios.
A continuación, la UE debería abrir investigaciones forenses sobre los diferentes políticos, sus acólitos y familiares. Por lo tanto, a diferencia de la visita de Borrell, que tenía como objetivo dar un consejo firme, la próxima visita debe conllevar amenazas audaces, directas y personales, respaldadas por pruebas de las faltas de los políticos. Los políticos libaneses siempre han utilizado a los refugiados para chantajear a la UE y extorsionarlos. Ahora es el momento de que Europa utilice una táctica similar con ellos.
La UE debería presionar al estado libanés para que acuda al Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, el FMI hace austeridad, no gobernanza. Por tanto, Bruselas debería asegurarse de que cualquier ayuda vaya acompañada de reformas que supervisa y controla. Paralelamente a sus amenazas, la UE debería ofrecer a los políticos una ruta de salida. Una vez que se les presenten pruebas de su malversación, la UE debería ofrecerles amnistía, siempre que abandonen la escena. Europa también debería tener una alternativa a la élite que está tratando de aislar, una élite que no tiene esperanzas de reformarse. La alternativa es un gobierno de transición que opere bajo la supervisión de la comunidad internacional, a través del cual Líbano puede ser elegible para recibir ayuda. Este debería ser un gobierno que pueda prepararse para las elecciones y colaborar con la UE para llevar a cabo reformas y restaurar los fondos robados.
Esta es claramente una misión desafiante para Borrell. Sin embargo, la UE no puede dejar que las cosas sigan como están, ya que es probable que el país caiga al borde de un precipicio y la caída del Líbano podría ser tan desastrosa para Europa como la guerra de Siria, que todavía acecha a la UE en la actualidad.