Tiempo de identificar.
La región de Oriente Medio y África del Norte ha frustrado durante mucho tiempo los esfuerzos por predecir su futuro. Sin embargo, si bien siempre habrá eventos impredecibles, la identificación de las tendencias y otros factores con más probabilidades de dar forma a las perspectivas de la región es un lugar útil para comenzar.
Hay múltiples análisis regionales y proyectos de prospectiva de think thanks, instituciones educativas y otros expertos, incluido el Instituto de Estudios de Seguridad de la UE, el Barómetro Académico de Oriente Medio y el Instituto de Oriente Medio(MENA). Basándose en estos y otros estudios, hay varios factores que muchos expertos creen que serán clave para dar forma a la región MENA durante los próximos cinco a 10 años.
Los factores globales afectarán a la región; a su vez, MENA tendrá un impacto en el mundo. Un cambio importante con consecuencias globales es el surgimiento de poderes regionales con los recursos para perseguir sus propios intereses y ejercer influencia en el exterior. Los poderes regionales moldearán cada vez más el futuro de la región y la forma en que interactúa con los actores globales. Los países de la región tendrán que gestionar cambios en el papel de Estados Unidos, junto con el creciente poder de China.
El cambio climático es otra tendencia con efectos globales y regionales. MENA sufrirá algunas de las consecuencias más graves del cambio climático. La capacidad de recuperación de la región dependerá del éxito con el que sus gobiernos mejoren la infraestructura, persigan el desarrollo sostenible e implementen estrategias de adaptación durante la próxima década. Al mismo tiempo, como fuente importante de hidrocarburos, la región contribuye al cambio climático y debe ser parte de los esfuerzos globales para reducir las emisiones de dióxido de carbono. Existe un potencial significativo para que la región se convierta en líder en energía renovable y en tecnologías para limitar las emisiones, pero los gobiernos deben aumentar las inversiones en estas áreas.
La pandemia tendrá impactos a largo plazo en los negocios, la economía y la salud globales, y estos afectarán a MENA. La pandemia aceleró o cambió los desarrollos globales en negocios, economía y tecnología que tendrán consecuencias en la región, incluidos avances y cambios en inteligencia artificial, cadenas de suministro, viajes y más. Estos cambios globales crearán oportunidades y riesgos para los gobiernos y las empresas. En particular, el desarrollo de una infraestructura digital accesible y de alta calidad es clave para garantizar que la región pueda competir a nivel mundial.
Otros factores que darán forma al futuro son específicos de la región. El cambio demográfico seguirá desempeñando un papel importante en el contexto económico y social de MENA. El crecimiento de la población de la región ha comenzado a desacelerarse, pero su famoso “aumento de jóvenes” seguirá siendo importante durante la próxima década.
La región todavía tiene la oportunidad de beneficiarse de un “dividendo demográfico”, pero esto requerirá la creación de empleo urgente, incluidas reformas educativas para preparar mejor a los jóvenes para la fuerza laboral. La migración dentro y fuera de MENA será otro factor demográfico clave, con impactos más allá de la región.
Desafortunadamente, la guerra y sus secuelas también jugarán un papel crucial. El conflicto en Siria ha causado la muerte de cientos de miles, provocado un desplazamiento generalizado dentro del país y flujos históricos de refugiados a otros países, y ha dejado al 90 por ciento de la población viviendo en la pobreza. Libia también ha experimentado una guerra civil. Terminar y recuperarse de estos conflictos requerirá enormes recursos en los próximos años, con consecuencias sociales, económicas y políticas duraderas. También existe el riesgo de que las áreas de inestabilidad se conviertan en guerras. Irak y Líbano están experimentando violencia y disfunción generalizada, con el potencial de convertirse nuevamente en focos de conflicto. Muchos países de la región se enfrentan a crisis de gobernanza y no pueden o no quieren responder a las necesidades y preocupaciones del público.
Si bien los cambios políticos iniciales que se derivaron de las protestas de la Primavera Árabe de 2011 se han revertido, los levantamientos demostraron que los movimientos populares son actores importantes en la región. Muchos países han seguido experimentando protestas importantes. En una encuesta del Barómetro Académico del Medio Oriente a principios de este año, el 30 por ciento de los expertos dijo que “es probable que los levantamientos regresen dentro de los próximos 10 años”, mientras que el 46 por ciento dijo que “los levantamientos nunca se detuvieron y todavía continúan en diferentes formas”.
Los factores económicos mundiales y regionales también impulsarán el cambio. El desempleo juvenil es uno de los mayores desafíos de la región, por lo que la creación de empleo y la reforma educativa son fundamentales. El envejecimiento de la infraestructura, el acceso desigual a Internet, la inseguridad alimentaria y los grandes déficits fiscales son otros problemas clave.
Sin embargo, la región tiene importantes oportunidades económicas, incluida una población joven que está interesada en el espíritu empresarial y está familiarizada con las herramientas digitales, el potencial para ampliar la participación de las mujeres en la fuerza laboral y un espacio significativo para expandir el sector privado. La medida en que los gobiernos y las empresas implementen políticas para aprovechar estas oportunidades y gestionar los desafíos determinará gran parte del futuro. Hay muchos otros factores relevantes, incluido el cierre de la ventana de una solución de dos estados al conflicto israelo-palestino, el papel de los grupos extremistas violentos como Daesh, los desafíos y oportunidades de una creciente urbanización y la distribución desigual de activos y riesgos alrededor de la región.
El futuro es imposible de predecir. Sin embargo, al identificar las tendencias y los factores que probablemente darán forma a los próximos años, los líderes pueden prepararse para mitigar los riesgos y aprovechar las oportunidades. Las personas pueden tener conversaciones sobre qué tipo de futuro prefieren y trabajar para lograrlo, en lugar de dejarse llevar por las mareas de la historia.