López Obrador, un gobernante resentido.
Diversos presidentes han manifestado la persecución de sus detractores y críticos a sus gobiernos, ejemplos hay muchos, Peña Nieto contra Elba Esther, Salinas de Gortari versus “La Quina”, Miguel de la Madrid sobre Díaz Serrano, Ernesto Zedillo con Raúl Salinas de Gortari, entre otros más, todos los casos con sexenios priistas, algunos por venganzas otros por ser personajes incómodos pero al final pagaron la cárcel con argumentos fincados o porque los investigaron de manera personal para encontrarles elementos y con eso enjuiciarlos.
En estos ejemplos podemos observar como el Estado usa las instituciones para casos subjetivos o personales, dentro de ello se encuentra implícito la venganza o la implementación de mensajes contra de sus adversarios, en la mayoría, han perdido fuerzas conforme van terminando el sexenio y al culminar, el acusado logra posteriormente su libertad, pero con pérdidas económicas, así como de salud y otros factores de la persona y sus familiares, incorporándose en la estigmatización social.
El actual gobierno de Obrador, sigue la misma tendencia priista, pero con una diferencia, que lo hace abiertamente, pero a su vez esconde el motivo en el discurso tratando de esquivar esa intención, sin embargo, se hace notorio cuando lo externa de manera emotiva, continua y personal además de no hacerlo solo a ciertos individuos, sino contra grupos sociales, políticos, empresariales, creando con ello una polarización ya sea como un plan distractor o real, pero al final afectando de manera contundente a la población y a muchos factores financieros e inclusive colectivos.
Parecería en un principio que la presente administración retomaría la misma tendencia a las pasadas administraciones priistas, pero no, ha ido más lejos, el encierro de Rosario Robles es ejemplo, pero vemos casos como Cabeza de Vaca, los candidatos a la gubernatura de Nuevo León, Juan Collado, entre otros, sin mencionar a Emilio Lozoya o Luis Videgaray, estos últimos usados solo como cortinas de humo cuando es necesario, este manejo no son por una cuestión de justicia sino de shows mediáticos para colocarse en reflectores tales como la consulta de “enjuiciar” a ex presidentes o la revocación de mandato con fines electorales, pero nada por trabajar en mejoría del país.
El resentimiento de este gobernante ha ido más allá de un ataque contra adversarios políticos, diversos sectores de la sociedad se han visto ofendidos con sus comentarios agresivos, dejando en claro una cosa, habrá ganado en el 2018 la presidencia por el voto popular, pero ahora es repudiado por la gran mayoría no solo por su mal gobierno, sino por la embestida a los mismo ciudadanos que inclusive lo eligieron; no ha habido en la historia de los presidentes un personaje como López Obrador con tanta aberración contra muchos sectores de la población.
Este gobierno en tan poco tiempo se ha destacado por el divisionismo, los ataques contra clases sociales y políticos, así como el desmantelamiento de instituciones muchos de ellos importantes para la democracia de un pueblo, las organizaciones no gubernamentales también han sido flancos de la administración obradorista, sin mencionar la centralización de muchos poderes incluyendo el de la Suprema Corte, es claro el regreso no solo del presidencialismo sino del absolutismo siendo peor al primero.
La hipocresía es bandera de López, al castigar a algunos por corrupción y ser omiso en otros principalmente con sus colaboradores o partidarios así como también a narcotraficantes, “a los amigos, justicia y gracia, a los enemigos, la ley a secas”, implícito a todos aquellos a quienes ha atacado inclusive a la clase media, periodistas, críticos, aspiracionistas, científicos, intelectuales, entre muchos más, en pocas palabras una frase de Benito Juárez mal usada para intereses propios de este gobierno.
El arresto de Alejandra Barrios, es otro de los casos de la venganza política, pero este, propiciada en la Ciudad de México, siguiendo los mismo pasos que el gobierno de López Obrador, misma tendencia a seguir en caso de lograr el triunfo Claudia Sheinbaum en el 2024, digna representante de otro gobierno resentido en vista a actuar bajo la sumisión de su líder moral y padrino, por encima de los ciudadanos, dependerá de nosotros si queremos continuar con estos nefastos gobernantes; es momento para entrar en reflexión.