Irán y Cuba, una alianza que va un poco más allá.
En 1959 cuando Fidel Castro declaró la victoria de la Revolución Cubana, su primera promesa fue el socialismo. Su segundo compromiso fue convertir a Cuba en un líder mundial en ciencia y salud.
El desarrollo nacional de Cuba de una vacuna Covid-19 marca el último paso en esta trayectoria. Y en línea con el internacionalismo de la salud de Cuba, esto ha resonado en el Sur Global.
Irán y Cuba establecieron recientemente un marco de colaboración bajo el cual se desarrollará la vacuna cubana entre el Instituto Pasteur de Irán y el Instituto de Vacunas Finlay de Cuba. Esta alianza es estratégica por varias razones. Ambos países están bajo estrictas sanciones de Estados Unidos, con Cuba recién agregada a la lista del Departamento de Estado de Estados Unidos de “patrocinadores del terrorismo”. La asociación con Teherán también es una prueba crítica de la eficacia de la vacuna cubana.
Si bien los ensayos de vacunas de Cuba han tenido un gran éxito hasta ahora, la tasa de infección del país es demasiado baja para proporcionar una prueba completa, por lo que los ensayos de fase III se llevarán a cabo en 50.000 iraníes. Irán se encontraba entre los países más afectados de Oriente Medio en medio de la pandemia de coronavirus. Si finalmente tiene éxito, la vacuna Cuba-Irán podría estar disponible esta primavera.
La empresa de vacunas Cuba-Irán se produce después de que el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Khamenei, prohibiera el uso de vacunas producidas en los Estados Unidos y el Reino Unido. Al cancelar 150.000 dosis donadas de la vacuna Pfizer de los EE. UU., Khamenei dijo: “Las importaciones de vacunas estadounidenses y británicas al país están prohibidas … No son completamente confiables”. En cambio, las dosis de vacuna se importarán de países con vínculos más estrechos con Irán, incluidos Rusia, China e India.
Si bien los funcionarios de salud han advertido contra la “politización” de la pandemia de Covid-19, la política y la geopolítica siguen siendo determinantes cruciales de las estrategias de vacunación. La sospecha de Khamenei hacia los programas de salud occidentales es parte integrante de su desconfianza hacia los estados americanos y europeos en todos los asuntos de cooperación internacional. El fracaso del acuerdo nuclear, junto con los asesinatos de funcionarios iraníes por parte de Estados Unidos e Israel, solo han reforzado esta convicción.
Sus comentarios también se remontan al escándalo de sangre contaminada de Francia en la década de 1980, cuando Irán y otros países importaron sangre infectada por el VIH de Francia. Se informó que siguieron los primeros casos de VIH en Irán, y para 1993, alrededor de 1.800 iraníes habían contraído hepatitis y VIH, según los medios iraníes.
Las vacunas requieren altos niveles de confianza pública, para que no se vean socavadas en el objetivo de erradicar la propagación de un virus. El rechazo de Khamenei a las vacunas estadounidenses y británicas podría arrojar dudas sobre los futuros programas de vacunación, ya que la gente puede preocuparse de no estar recibiendo la mejor inmunización disponible en medio de los cálculos ideológicos de sus líderes políticos.
Los ensayos y los datos científicos son los únicos garantes del éxito de la inmunización. Pero la dura realidad de la geopolítica de las vacunas es que algunos países tendrán acceso privilegiado, particularmente los países occidentales, Israel y las monarquías árabes ricas, mientras que muchos otros necesitarán encontrar rutas alternativas que se basen en el potencial local o las redes de solidaridad internacional.
Las compañías farmacéuticas y las inversiones transnacionales han permitido el rápido desarrollo de vacunas estadounidenses y europeas, mientras que el programa cubano-iraní se basa en esfuerzos autóctonos y locales. No es una coincidencia que tanto Cuba como Irán sean reconocidos por tener entre las industrias médicas y farmacéuticas más avanzadas del Sur Global.
La historia proporciona ejemplos de soluciones de salud que surgen no de las inversiones capitalistas occidentales, sino de la investigación en el Sur Global. Un ejemplo es el programa de vacunación contra la poliomielitis en el que Cuba se convirtió en “el primer país poblado en erradicar el poliovirus salvaje en el hemisferio occidental”.
Sobre la base de su éxito y de acuerdo con la visión de Castro de la fuerza revolucionaria de los médicos, Cuba dio el ejemplo en la erradicación de la poliomielitis en América Latina. Esto también fue parte de un movimiento más amplio de internacionalismo socialista, mediante el cual médicos y científicos cubanos recorrían otros países para compartir su experiencia directa de programas de vacunación.
La cooperación sanitaria Cuba-Irán es parte de una estrategia más amplia y anteriormente trabajaron juntos en la producción de una vacuna antineumocócica. La colaboración con científicos cubanos también ayudó a aumentar la producción de una vacuna contra la hepatitis B. De hecho, el liderazgo de Cuba reconocido internacionalmente en biotecnología es responsable de la confiabilidad de sus ensayos de vacunas contra el coronavirus.
Los expertos en salud pública e inmunólogos han repetido durante mucho tiempo que el desafío no es solo encontrar una vacuna eficaz, sino también producir una en masa que pueda distribuirse en todo el mundo a un costo mínimo.
Si los ensayos de la vacuna Covid-19 Cuba-Irán tienen éxito, aumentaría la confianza de la gente en las instituciones públicas iraníes y también podría presentar una solución viable para otros países del Sur Global a merced del “filantrocapitalismo”.
De hecho, Cuba ha sido fiel a su promesa revolucionaria original: “Médicos y no bombas” (“Médicos y no bombas”).