Cómo el COVID-19 abrió nuevos caminos.
Es posible que la pandemia mundial, que ya ha entrado en su segundo año, no haya terminado, pero sin duda ya se ha convertido en un punto de inflexión histórico en múltiples niveles.
Si bien interrumpe la marcha del crecimiento económico en todo el mundo, también ha impulsado a las personas a considerar ideas alternativas sobre el desarrollo. Ha coincidido con un año inusualmente turbulento para el clima global, con numerosos eventos climáticos extremos que han fortalecido drásticamente la determinación popular de abordar el cambio climático, al tiempo que remodelan el comportamiento de los inversores.
El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU de este mes se presentó como un “código rojo” para la humanidad frente a un cambio climático sin precedentes; los últimos cinco años han sido los más calurosos registrados. La Agencia Internacional de Energía pronunció su propia llamada de atención en mayo, afirmando que el objetivo de cero emisiones netas de carbono para 2050 significaría que no habrá nuevos proyectos de desarrollo de hidrocarburos a partir de ahora, ya que su participación en la combinación energética global tendría que caer de casi 80 por ciento a poco más del 20 por ciento.
El impacto de la pandemia en la salud pública y la economía ha sido aún más inmediato y profundo. Pero si bien los costos financieros y el sufrimiento humano no han tenido precedentes en la historia reciente, también están preparando el terreno para un futuro diferente.
En el Golfo, estas interrupciones se han producido después de años de reorientación deliberada de las políticas reflejada en visiones y estrategias en toda la región. Varios de estos acontecimientos merecen especial atención, incluso si su impacto a largo plazo sigue siendo incierto.
Los países del Golfo han estado buscando una consolidación fiscal proactiva durante años en un intento por reducir su dependencia sistémica de los ingresos petroleros. Las cargas fiscales provocadas por la pandemia han subrayado aún más la importancia y urgencia de este objetivo, pero también han puesto de relieve la determinación de los gobiernos regionales de mantener el rumbo.
La consolidación fiscal hace una contribución directa a una sostenibilidad más amplia al cambiar el precio de la energía. Esto ya ha comenzado a reducir el desperdicio y frenar la alta intensidad energética internacional de las economías del Golfo. Ha creado incentivos para un uso más prudente de los recursos al incentivar formas de generación de energía menos contaminantes, ya sea con gas natural doméstico o energía renovable.
La región ha establecido repetidamente nuevos récords mundiales con sus proyectos solares, y esto no solo ha cambiado las actitudes sino también las preferencias de los inversores. La fijación de precios de la energía más basada en el mercado también está remodelando el sector inmobiliario regional al incentivar una construcción más inteligente y una mejor planificación.
Sin embargo, el impacto en el sector privado regional también representa una oportunidad para una diversificación más inteligente en el futuro. El sesgo de larga data hacia las actividades de baja productividad, como el comercio minorista físico, alimentos y bebidas, construcción y algunos servicios básicos, se ha visto desafiado por la reducción de los márgenes de beneficio ante la saturación del mercado, los mayores costos de los insumos y el cambio tecnológico.
El comercio electrónico, por ejemplo, ha interrumpido el comercio minorista tradicional. La necesidad de pensar fuera de la caja también ha validado el creciente interés en las nuevas empresas de base tecnológica que han desafiado los modelos comerciales tradicionales y ofrecieron la perspectiva de continuidad frente a bloqueos y otras restricciones.
El creciente sesgo tecnológico en un momento de menor dependencia de la mano de obra de bajo costo es un avance positivo. Estimulará la productividad y una economía más productiva hará un mejor uso de sus recursos. El COVID-19 también promete remodelar los mercados laborales del Golfo de manera importante.
A nivel mundial, el trabajo a distancia se ha vuelto cada vez más aceptado. Ofrece a muchas empresas la posibilidad de reducir el gasto en bienes raíces, mientras que los empleados pueden beneficiarse de menos tiempo y dinero gastados en los desplazamientos. Las mujeres, por ejemplo, tienen mayor flexibilidad para equilibrar las responsabilidades familiares con la participación económica.
Los mercados regionales también se han abierto mucho más a nuevas formas de trabajo, como el trabajo por cuenta propia, así como el trabajo a tiempo parcial y flexible. Una mayor flexibilidad tiende a implicar una mayor inclusión, pero también puede hacer que las soluciones de personal local estén disponibles para las empresas de formas más flexibles y rentables. Esto, a su vez, puede comenzar a reducir el atractivo tradicional de la mano de obra expatriada como opción predeterminada. El resultado final podría convertirse en una reducción de la intensidad de la mano de obra, mejores empleos y, en última instancia, un mayor nivel de vida gracias a una mayor participación económica y productividad.